La “Oración de Jesús” y su infinito alcance
La oración puede resolver cualquier cosa. Ella te hace andar sobre el mar, acorta las distancias, transforma el estado de las personas, te da coraje, fe y paciencia para enfrentar la vida.
Todos los Padres experimentaron las experiencias místicas de la oración. Por ejemplo, el abbá Anfiloquio les decía sus discípulos que mientras nos mantengamos subidos al risco de la oración, la violencia de las olas no podrá hacernos nada. Sin embargo, si descendemos de esa altura, las olas nos empaparán y nos castigarán. La “Oración del corazón” rehace, une, santifica. En tanto la “Oración de Jesús” arda en el alma, todas las ramas secas arderán también y desaparecerán.
Cuando empiezas a orar así, al principio sientes alegría, después dulzura, y, al final, las lágrimas empiezan a brotar solas, porque sientes la presencia del Señor. Con la “Oración de Jesús” el hombre se vuelve como un niño. Y se dirige a Dios con sencillez e inocencia, como Adán en el Paraíso, antes de la caída. Con la oración se adquiere la santa y bendita apateia (ausencia de pasiones).
La “Oración de Jesús” santifica el lugar donde estás y la actividad que haces. La oración puede resolver cualquier cosa. Ella te hace andar sobre el mar, acorta las distancias, transforma el estado de las personas, te da coraje, fe y paciencia para enfrentar la vida.
(Traducido de: Înaltpreasfințitul Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos?, Editura Renașterea, Cluj-Napoca, 2012, p. 103)