La oración común nos libra de malentendidos, reconcilia a los que hayan reñido y aleja todo antagonismo. Debe practicarse desde los primeros días de la vida familiar, porque, más adelante, será mucho más difícil introducirla. La oración común nace fácilmente cuando hay una apertura plena y amorosa en las almas, hacia ella; también cuando los esposos buscan juntos nuevas formas de vida, hasta que aparezcan los hijos, formándose un ritmo estable de vida. La regla de oraciones comunes, de los esposos, representa la base de la iglesia en el hogar. Ayuda a asentar la oración en los corazones de los hijos y al establecimiento de un momento familiar para rezar.

(Traducido de: Preot Prof. Gleb Kaleda, Biserica din casă, Editura Sophia, Bucureşti, 2006, p. 46)