La oración es humildad y libertad
La oración auténtica está dirigida a Dios; es la oración que conoce la libertad absoluta, la libertad en sí misma, la libertad sin límites, esa que no se ve amenazada por nada y no amenaza a nadie.
Una libertad manifiestamente contraria a Dios —del cual ella misma proviene—, no es una libertad auténtica. Tan pronto como el hombre quiere dominar lo que tiene, se convierte en esclavo de una pasión y, con esto, esclavo de sí mismo.
Tienes que entregarte a otra libertad, una verdadera, para recibir el don de la Libertad. Y la única libertad inagotable en sí misma es la libertad de la Persona suprema.
La oración es lo contrario al deseo de dominar. Así es como garantiza la libertad del hombre: ella afirma un alibertad distinta, que asegura la libertad del que ora.
La oración auténtica está dirigida a Dios; es la oración que conoce la libertad absoluta, la libertad en sí misma, la libertad sin límites, esa que no se ve amenazada por nada y no amenaza a nadie. Es la libertad que quiere afirmar y sostener cualquier otra libertad que ore y se pone en la condición de ser afirmada, pero sin afirmarse a sí misma.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Rugăciunea lui Iisus și experiența Duhului Sfânt, Editura Deisis, Sibiu, 1995, p. 74)