La oración no es algo que dependa del capricho de nuestra voluntad
Así es la cosa con la oración: es un mandamiento y con eso basta. Hazte un canon de oración y cúmplelo rigurosamente.
No hagas de la oración la sierva de tu voluntad. No digas torpemente: “No tengo ganas de orar”. Esto es un insulto, una verdadera blasfemia ante Dios.
Que la oración sea para ti una ley inalterable. Es un asunto de vida o muerte. Porque no respiras según tu voluntad, no buscas la ocasión para hacerlo. No preguntas: “¿Para qué respirar? ¿De qué me sirve respirar?”. Solo sabes que, si no respiras, mueres.
Así es la cosa con la oración: no es algo que puedas negociar. Es un mandamiento y con eso basta. Hazte un canon de oración y cúmplelo rigurosamente.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă. Învățătura părintelui Serghie, Editura Sophia, București, 2007, p. 111)