La oración transforma nuestra tristeza en alegría
Cuando la gracia te atrae, te unes a Dios. Y cuando te unes a Dios, entregándote a Él, todo lo demás desaparece, lo olvidas y te salvas. La gran destreza, el gran secreto, entonces, para escapar de la tristeza y de todo el mal que te rodea, es entregarte al amor de Dios.
El alma debe volver al amor de Dios. La sanación se consigue sólo amando a Dios con fervor. Muchos santos convirtieron su tristeza en alegría, por medio del amor a Cristo. Es decir, tomaban esa fuerza espiritual, que el maligno quería destruir, y se la ofrecían a Dios, transformándola en alegría y felicidad. La oración, la adoración a Dios transforma, poco a poco, la tristeza en alegría, porque obra la gracia de Dios. Es necesaria una fuerza especial para obtener esa gracia, que te ayudará a unirte a Él. Ciertamente, es necesaria cierta destreza.
Cuando te entregas a Dios, haciéndote uno con Él, entonces olvidas al espíritu malo, que te tiraba hacia abajo, y éste, despreciado, se va. Luego, mientras más te entregues al Espíritu de Dios, menos intentarás ver hacia atrás, para divisar al que te quería hacer caer. Cuando la gracia te atrae, te unes a Dios. Y cuando te unes a Dios, entregándote a Él, todo lo demás desaparece, lo olvidas y te salvas. La gran destreza, el gran secreto, entonces, para escapar de la tristeza y de todo el mal que te rodea, es entregarte al amor de Dios.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, p. 299)