El hombre no debe temerle a las pruebas ni esquivarlas, porque quien huye de las tentaciones suele caer en ellas y, errando, no podrá encontrar descanso, ni un tiempo ni un lugar de provecho en todos los días de su vida. Porque lo correcto es confiar y buscar la misericordia de Dios, y recordar tanto los gloriosos milagros acaecidos desde siempre como el auxilio que Él ofrece a quienes le son agadables, esos que han puesto sus esperanzas solamente en Él.

Si somos pacientes no nos estaremos equivocando y obtendremos la misericordia de Dios. Además, dejaremos de perder el tiempo en vano, olvidando los disgustos que nos provocan los demonios o los demás. Que nada nos provoque tristeza, para no desperdiciar ni un segundo del tiempo de nuestra vida sin esfuerzo espiritual y sin oración.

Cuando tengamos que enfrentar alguna prueba, dirijámonos a Dios con oración y esfuerzo, porque todo proviene de Su Providencia. Así, amemos el camino estrecho, lleno de esfuerzos y sacrificios, porque es el que conduce a la vida eterna. Porque es debido que el esforzado siervo de Dios sea fuerte y tenga un corazón poderoso como una roca ante las adversidades, y no delicado como el agua.

(Traducido de: Sfântul Paisie Velicikovski, Crinii ţarinii, p. 152)