No tengo la menor duda de que Dios permite todo esto. Tal como permite las enfermedades, así también permite todo lo demás. El hombre contemporáneo, con la forma de vida que lleva, crea un contexto favorable. Sin embargo, Dios consiente todo esto, buscando nuestra salvación.

Quien enfrente esto debe, en primer lugar, pedir consejo, preguntar y tener el valor de entender en qué estado se halla. No importa que tenga semejantes experiencias en su interior. Sin importar el estado en que se encuentre la persona y lo que le ocurra, Dios siempre dispondrá todo para su propio bien.

El hombre no debe asustarse. Debe permanecer tranquilo, observar cómo están las cosas, entender, obtener el conocimiento de sí mismo, comprender el motivo por el cual todo eso le está sucediendo, aprender a enfrentar la situación y a discernir qué actitud mantener, cómo ser paciente... y esperar. Y todo se resolverá para bien.

(Traducido de: Arhim. Simeon Kraiopoulos, Sufletul meu, temnița mea, Editura Bizantină, p. 65-66)