La pureza que agrada a la Madre del Señor
Tenemos que buscar, principalmente, una pureza interior, con nuestros sentidos y nuestros pensamientos. Ese es el estado que la Santísima Madre del Señor espera de nosotros.
Pongamos nuestra esperanza en Cristo, hijos míos, buscando la pureza de la castidad, que es un llamado y un propósito de la vida cristiana. ¡Y seamos puros no solamente en lo que respecta a nuestras pasiones exteriores! Pero, atención, que la pureza que implica únicamente la abstinencia del desenfreno es también característica de los paganos y loe herejes. Nosotros tenemos que buscar, principalmente, una pureza interior, con nuestros sentidos y nuestros pensamientos. Ese es el estado que la Santísima Madre del Señor espera de nosotros.
Cuando practicamos dicha forma de pureza, ella se complace. Y ella, a su vez, nos complace con sus inefables misericordias, para hacer realidad las palabras de Cristo: “Con la medida con que midáis seréis medidos” (Mateo 7, 2). Por esta pureza, siempre nos hallaremos bajo la el Manto Protector de la Madre del Señor. Ella nos amparará todo el tiempo y nos librará de pecados y pasiones, de males y aflicciones, y nos unirá con su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para recibir la alegría divina que es eterna e infinita, en Su Reino Celestial.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, p. 204)