Palabras de espiritualidad

La santa que me operó los ojos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Se levantó, me sonrió, hizo la Señal de la Cruz sobre mí, y se dirigió a la puerta. En ese momento sentí que alguien me alzaba suavemente la mano, para decirle “adiós” a la santa y agradecerle por su auxilio y sus milagros.

«A principios de octubre de 2005, fui a consulta con el oftalmólogo, porque noté que cada vez me costaba más ver con claridad. Después de examinarme, la doctora dijo que tenía que operarme urgentemente, porque había un riesgo muy grande de que perdiera completamente la vista. Al escuchar esto, me entristecí y me sentí un poco abatido, pero también en ese momento pensé que lo mejor era ir lo antes posible a Iași, para venerar las reliquias de Santa Parascheva (Paraskeva).

Al llegar a la catedral de Iași, me puse a hacer cola entre las personas que querían honrar las reliquias y empecé a orar con la mente, pidiéndole a Santa Parascheva que me ayudara a recobrar todo lo que fuera posible de mi vista y que la operación fuera satisfactoria (me habían programado para ser operado el 12 de octubre). Cuando estaba terminando de leer el acatisto a la santa, me llegó el turno de pasar a venerar las reliquias, lo cual hice con profunda devoción, pidiéndole su pronto auxilio. Después, un sacerdote me dio un trocito del atuendo de la santa  impregnado en mirra.

Posteriormente, el día de la operación llegó… Por la mañana leí el acatisto a Santa Parascheva y me guardé aquel trocito de vestimenta en el bolsillo de la camisa de pijama. Antes de la operación me pusieron anestesia general, pero todavía podía escuchar a la doctora y a las enfermeras hablando mientras me intervenían. En un momento dado, noté la presencia de alguien más en el quirófano. Con el rabillo del ojo vi que era Santa Parascheva, vestida con un atuendo muy bello y refulgente, como lleno de luz; se me acercó, se sentó a la orilla de la mesa de operaciones y me tomó la mano derecha, diciéndome: “¡No dudes que la operación saldrá bien y que pronto podrás volver a ver como antes!”. Dicho esto, se levantó, me sonrió, hizo la Señal de la Cruz sobre mí, y se dirigió a la puerta. En ese momento sentí que alguien me alzaba suavemente la mano, para decirle “adiós” a la santa y agradecerle por su auxilio y sus milagros.

Algún tiempo después, cuando tuve que ir a mis primeras citas de control post-operatorio, los médicos se quedaron sorprendidos por lo bien que había salido la cirugía, y cuando me preguntaban quién me había operado tan bien, siempre respondí que había sido Santa Parascheva quien lo había hecho, por medio de la mano de la doctora.

¡Gloria al Señor y a la Santa y Venerable Parascheva!».

(Testimonio enviado por Ionut Bălașa, Popești, Argeș)