Una vez terminadas las nupcias, las primeras y más importantes responsabilidades del esposo serán con respecto a su esposa, y las de la esposa, para con él. Deben empezar a vivir el uno para el otro, hasta dar su vida misma por el otro. El matrimonio es el ensamble de dos mitades para formar un entero. Dos vidas son unidas mediante un vínculo tan fuerte, que dejan de ser dos para formar una sola. Tanto el esposo como la esposa deben portar, hasta el final, la santa responsabilidad por la felicidad y el bien supremo del otro.

(Traducido de: Sfânta Muceniță Alexandra, Cum să întemeiem o familie ortodoxă, Editura Sophia, București, 2011, p. 36)