Palabras de espiritualidad

La satisfacción de comer poco

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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El deleite que te ofrece una comida simple, es mucho más grande que el placer que te podrían dar los más ricos manjares.

Cuando el individuo no se contiene, carga consigo alacenas enteras. En tanto que, si se refrena y come solamente lo que necesita, su organismo quemará más fácilmente todas las sustancias nutritivas, sin acumular nada.

Consumir alimentos en variedad llena el estómago y provoca apetito, pero causa modorra y calor en el cuerpo. Si sobre la mesa hay una sola clase de alimentos, no necesariamente tan agradables, es posible que nadie quiera comerse siquiera una porción entera. Al contrario, si se trata de un platillo exquisito, es posible que el individuo termine comiendo más de lo que necesita. Cuando en la mesa se pone pescado, sopa, patatas, quesos, huevos, ensalada, frutas y pasteles, el comensal querrá ingerirlo todo. Y es que todo eso invita al apetito. Y, ¡lo que son las cosas! El hombre es incapaz de soportar una sola palabra indebida por parte de su hermano, porque “no lo traga”... A este “no lo traga”, a aquel “tampoco lo traga”, etc., pero su pobre estómago si que debe tragarse todo lo que le da. ¿Acaso le preguntamos a nuestro vientre si puede con todo lo que le damos? Veámoslo bien: nuestro estómago, que carece de razón, nos sobrepasa en virtud y se esfuerza en tragar y digerirlo todo. Y si una clase de comida no se “entiende” con la otra, al entrar en nuestro vientre, se pelearán entre sí... ¿qué puede hacer entonces el pobre estómago? Por eso es que después aparece la indigestión.

Entonces, Padre, ¿cómo podemos cortar ese mal hábito de comer mucho?

—Es necesario contenerse un poco. Es mejor no buscar comer lo que nos gusta, para no tener problemas con ello, porque, poco a poco, la “bodega” se nos irá haciendo más grande. Y después, este “recaudador” cruel, como lo llama el anciano Macario, pedirá siempre su tributo. Cuando comes, te sientes satisfecho, pero luego sobreviene la necesidad de dormir un rato... y ya no puedes seguir trabajando. Si comes una sola clase de comida, esta te ayudará a controlar tu apetito.

Y cuando se sirven distintos tipos de comida, pero en cantidades pequeñas, ¿existe aún ese peligro?

—Desde luego, el peligro sigue siendo grande, sólo que los partidos son pequeños y son incapaces de gobernar por unanimidad. Cuando hay una gran varidedad de comida, es como si en tu estómago se juntaran varios partidos, irritándose recíprocamente. Se retan, se dan a golpes, y empieza la indigestión...

El deleite que te ofrece una comida simple, es mucho más grande que el placer que te podrían dar los más ricos manjares. Cuando era niño, solía ir al bosque y mi único alimento era un trozo de pan. Nada más. Ni los más deliciosos platillos podían superar esa alegría espiritual que sentía con mi mendrugo de pan. Y lo comía con agradecimiento. Sin embargo, la mayoría de las personas jamás ha experimentado la satisfacción de tener un estómago liviano.

Al principio, cuando comen algo agradable, sienten una satisfacción cualquiera, pero después brota la gula y necesitan comer más y más. Cuando hacen esto, siendo ya mayores, sienten un peso en todo el cuerpo, privándose de esa satisfacción de tener un estómago ligero.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, Editura Evanghelismos, 2003, p. 201-203)