Lo más importante es tener una mente humilde. Todos los demás deberes del monje deben ser cumplidos: las postraciones, la regla de oración, asistir a la iglesia, etc., Pero la mante humilde protege al alma de todo peligro. La misma Biblia dice: “Me humillé y fui salvado”. Por el contrario, enaltecer la mente significa echar a perder todas las bondades acumuladas y las virtudes alcanzadas.

El “todo” —el alma, el hombre nuevo— debe construirse sobre un cimiento duradero, de roca, ya desde el comienzo. Esto, para impedir que haya alguna pasión que permanezca oculta, como la soberbia y autosuficiencia, que pueden dañar, casi mortalmente, toda la casa del alma.

Todas las pasiones amparadas por la soberbia y la autosuficiencia se oponen al amor verdadero según el modelo de Cristo.

Todos los cánones de la Santa Iglesia han sido establecidos con la bendición de Dios. ¿Quieres respetarlos? Estás con Dios. Si quieres respetar sólo los tuyos, estarás cayendo en herejía, como los miserables. Y no tendrás ninguna paz espiritual.

(Traducido de: Stareţul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura  Prodromos, 2009, pp. 285-286)