Palabras de espiritualidad

La “válvula” de la familia

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Así como las tres Personas de la Santísima Trinidad son Una, siendo al mismo tiempo distintas, así también, en una relación de matrimonio el hombre y la mujer se convierten en uno sólo, cuando se encuentran en el fuego del amor de Dios.

En cada relación debe existir una “válvula” de seguridad, un “colchón” que habrá de absorber las diferencias entre esos dos “yos” inmaduros, para que aquel vínculo pueda subsistir. Y esa “válvula” es, de hecho, el amor común de esos dos “yos”, no con respecto a los bienes materiales y/o a determinadas personas —que pueden ofrecer tan sólo un auxilio limitado y muchas veces crean más problemas—, sino que con respecto a todo lo que los une y que brota del amor espiritual.

Así como las tres Personas de la Santísima Trinidad son Una, siendo al mismo tiempo distintas, así también, en una relación de matrimonio el hombre y la mujer se convierten en uno sólo, cuando se encuentran en el fuego del amor de Dios. Son uno en Dios, pero también entre sí. Siguen siendo personalidades distintas que ponen al servicio del otro todo lo mejor que tienen, por medio de la libertad que su amor les confiere. En el ciclo de la vida somos como dos haces de luz que, mientras más se acercan a su centro, es decir, a Dios, más nos acercamos entre nosotros. En caso contrario, mientras más nos alejamos del centro, más nos alejamos también del otro. El centro de la vida y del mundo, el centro de nuestra existencia, la fuente del amor y la vida es Dios. Si Dios está presente en una relación, la pareja sentirá con felicidad el milagro del amor que nace y permanece con ellos. Y es que consiguen, a cada instante, armonizar su forma de ser en la frecuencia del amor.