Palabras de espiritualidad

La verdad y los corazones contritos

  • Foto: Adrian Sarbu

    Foto: Adrian Sarbu

La verdad no reside en rostros, imágenes y palabras, y tampoco Dios mora en esas cosas, sino en los corazones contritos, en el espíritu de la humildad y en las almas iluminadas por el conocimiento divino.

La verdad no reside en rostros, imágenes y palabras, y tampoco Dios mora en esas cosas, sino en los corazones contritos, en el espíritu de la humildad y en las almas iluminadas por el conocimiento divino. Porque a veces vemos a alguien ocultándose o valiéndose de palabras aparentemente “humildes” ante los demás, para obtener el elogio general, aunque su interior esté lleno de maldad y rencor. Pero también vemos a otros que luchan por la justicia, con palabras llenas de sabiduría, alzando la voz contra la mentira y el incumplimiento de las leyes divinas, mientras su interior rebosa de piedad, humildad y amor al prójimo. (…)

A Dios no le interesa el aspecto exterior de lo que decimos o hacemos, sino al estado de las almas y el propósito por el cual hacemos algo o expresamos con palabras nuestros pensamientos, como los que se diferencian de los que hablan o hacen algo, con su capacidad de comprensión entienden de mejor manera el sentido de las palabras y el propósito de las cosas, juzgándolas con claridad. “El hombre no ve lo que Dios ve; el hombre ve las apariencias, y Dios ve el corazón” (I Reyes 16, 7; Salmos 7, 10).

(Traducido de: Sfântul Simeon Noul TeologCele 300 de capete despre făptuire, II, 32-33, în Filocalia VI, traducere din grecește, introducere și note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, București, 2004, p. 257-258)