La verdadera teología y la experiencia de vida del cristiano
El riesgo consiste en estudiar teología principalmente en sus formas apofáticas, como una filosofía y hasta como una poesía. Nos arriesgamos a adoptar una actitud falsa, a creernos superiores, y esto es suficiente para perdernos. Otra es la inspiración que debemos buscar en la vida en Cristo.
La oración pura no se un don que se conceda a los que estudian mucho. En este sentido, el camino de la ciencia teológica no es tan eficaz y raras veces lleva a la oración pura.
La teología, que nos habla de Dios, es el estado del alma bajo la influencia de la Gracia. Aquí radica la diferencia entre teología y filosofía, entre la verdadera teología y la teología meramente intelectual. Si semejante insuflación toca tu corazón, ese aliento jamás se acabará. Es infinito, porque comprende el principio de la vida eterna. Aunque tu estructura corpórea se agote, esa inspiración vivirá en ti con toda su fuerza.
Dios toca el espíritu del hombre, para darle en un instante el conocimiento de sí mismo. Hay una gran diferencia entre ese conocimiento y el que se obtiene en los institutos teológicos. Puede ser muy peligroso hacer teología sin tener una experiencia existencial de la vida en el espíritu de Cristo. En verdad, el riesgo consiste en estudiar teología principalmente en sus formas apofáticas, como una filosofía y hasta como una poesía. Nos arriesgamos a adoptar una actitud falsa, a creernos superiores, y esto es suficiente para perdernos. Otra es la inspiración que debemos buscar en la vida en Cristo.
La ciencia teológica que es enseñada en las escuelas e institutos —misma que se ha convertido en una especialidad intelectual al alcance de todos—, no lleva al conocimiento de Dios. El conocimiento de Dios viene de la vida en Dios que nace en lo profundo del corazón.
Y, atención: si apreciamos más lo que nos da la ciencia teológica, que la santidad de la vida, podemos caer presa de alguna aberración espiritual.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie Saharov, Din viață și din duh, traducere de Ierom. Rafail Noica, Reîntregirea, Alba Iulia, 2011, p. 39)