La vida espiritual es un zigzag: sube y vuelve a bajar...
La vida espiritual, como podemos comprobar también en el caso de los santos, es un zigzag: sube y vuelve a bajar. Usualmente, ésto no representa mayor problema, porque cuando toca bajar, la gracia obra más despacito, para que la persona se haga humille.
La vida espiritual, como podemos comprobar también en el caso de los santos, es un zigzag: sube y vuelve a bajar. Usualmente, ésto no representa mayor problema, porque cuando toca bajar, la gracia obra más despacito, para que la persona se haga humilde.
El remordimiento y la humildad son muchísimo más importantes que los entusiasmantes logros de cualquier sacrificio. Como bellamente decía el Apóstol Pablo, "Cuando soy débil, entonces soy fuerte", reconociendo que la gracia trabaja más en los que son humildes, porque la humildad, en nuestro esfuerzo, es más sólida, más provechosa. Quisiera traer a colación el consejo de algunos Santos Padres, quienes dicen que no es bueno desear grandes dones, sino que lo mejor es contentarse con otros aún más pequeños, porque luego podría suceder que se perturbe tu ser espiritual, comportándote como un hombre lleno de orgullo, envaneciéndote.
El Salmo 130 dice: "Señor, mi corazón no es engreído ni mis ojos altaneros: no he tomado un camino de grandezas ni de prodigios que me superaran."
Pero no debemos ser indiferentes, ociosos y desinteresados, como si nos halláramos en un trono, esperando una “vocación” que nos venga del cielo, una gracia repentina. Porque lo que puede otorgarte una gran esperanza y paz, es un estado de alerta permanente hacia tí mismo. Entonces dejarás de reprenderte o analizarte pretenciosamente con las gracias de Dios.
(Traducido de: Arhim. Ioanichie Bălan, Ne vorbeşte Părintele Arsenie (Papacioc), vol. I, Ed. Episcopiei Romanului, 1996, pp. 55-56)