Las batallas que libramos en nuestra lucha espiritual
Si amas el poder o el dinero, nunca conocerás el amor de Dios. Si satisfaces sólo tu propia voluntad, es que el maligno te ha vencido y lo repulsivo ha entrado en tu alma.
Nuestra lucha es una que libramos día tras día, a cada instante. Si le reprochas a tu hermano, lo juzgas o lo entristeces, habrás perdido la paz.
Si caes en la vanagloria o te enalteces sobre tu hermano, habrás perdido la Gracia.
Si te viene un pensamiento de desenfreno y no lo apartas inmediatamente, tu alma perderá el amor de Dios y su denuedo en la oración. Si amas el poder o el dinero, nunca conocerás el amor de Dios. Si satisfaces sólo tu propia voluntad, es que el maligno te ha vencido y lo repulsivo ha entrado en tu alma.
Si odias a tu hermano, significa que te has apartado de la Gracia de Dios y que un espíritu malo te domina. Pero, si le haces bien a tu hermano, entonces hallarás consuelo para tu conciencia.
Si renuncias a hacer tu propia voluntad, alejarás a los demonios y obtendrás la paz de tu alma. Si perdonas las ofensas de tu hermano y amas a tus enemigos, obtendrás el perdón de tus pecados y el Señor te revelará el amor del Espíritu Santo.
Si te humillas completamente, hallarás la paz perfecta en Dios.
(Traducido de: Sfântul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii şi iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 205)