Palabras de espiritualidad

Las palabras pueden ser el mejor medicamento para el alma

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

¡Bendigan a los que los maldicen!” (Lucas 6, 28). ¡Que no broten maldiciones de sus corazones!

¡Bendigan a los que los maldicen!” (Lucas 6, 28). ¡Que no broten maldiciones de sus corazones! ¡Y no crean en ellas! Cumplan el mandato del Señor y bendigan a quienes les maldicen (no se trata de falsedad, sino lucha y humildad). Y no sólo esto, ¡diríjanse con amabilidad a sus enemigos! No los ofendan, no los desprecien ni los insulten, porque esto no es bueno para el alma.

San Juan Crisóstomo nos aconseja: “No te dirijas a tu enemigo con palabras soeces, sino que llámalo siempre por su nombre. Las buenas palabras son el mejor medicamento para la herida de tu alma, porque si tu boca le habla con correctitud, tu alma imitará a tu boca. Y, poco a poco, se adaptará a lo que escucha, ayudándote a reconciliarte con aquella persona.” (I Homilía sobre David y Saúl).

Igualmente, es importante subrayar que la psicología moderna apuntala algo que afirmara el mismo San Juan Crisóstomo hace unos mil seiscientos años: “Está prohibido decir, aún en broma, «no puedo», porque la palabra viaja de la boca al alma y se convierte en «experiencia». El subconsciente cree en lo que escucha y no en lo que es cierto”.

(Traducido de: Arhimandrit Vasilios Bacoianis, Nu te mai suport! – Arta împăcării cu tine însuţi şi cu ceilalţi, traducere din limba greacă de Pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, Bucureşti, 2011, pp. 94-95)