Las postraciones representan oración, pero, al mismo tiempo, son también una forma de ascesis y nos ayudan incluso más que todos las otras labores espirituales. Además de encender nuestro motor espiritual para poder empezar a orar, nos ofrecen también otras bondades.

La primera de ellas es que nos postramos ante Dios y le pedimos, con humildad, Su misericordia. La segunda es que, por medio de las postraciones, se hace humilde nuestro inicuo cuerpo, tranquilizándose y alejándose de vicios. La tercera es la salud física que representan, ofreciéndole al creyente una sólida vitalidad.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. VI Despre rugăciune, Editura Evanghelismos, București, 2013, p. 72)