Las relaciones pre-matrimoniales, un hándicap para la vida en pareja
El matrimonio representa la coronación de la virginidad madura, que fructificará, en familia, en un amor para el cual has preparado tu ser entero.
La Santa Escitura asemeja las relaciones sexuales fuera del matrimonio con la idolatría, pecado castigado severamente por Dios. El período anterior al matrimonio es considerado por la Iglesia, como un intervalo de preparación para el encuentro y la unión pura con quien será el padre (o la madre) de tus hijos. Acompañado por él (o por ella), te presentarás frente a Dios, buscando la salvación. No se trata, entonces, de un tiempo para usar y desgastar el cuerpo, los sentimientos y el alma. Por eso, la Iglesia reomienda a los jóvenes que conserven la virginidad antes de casarse, para poder entregare —por completo— el uno al otro, cuando se decidan a formar una familia.
El matrimonio representa la coronación de la virginidad madura, que fructificará, en familia, en un amor para el cual has preparado tu ser entero. El matrimonio no es una institución fundamental expresada en un contrato, o el simple acompañamiento de dos personas determinado por ciertos intereses, aún de orden sentimental. Las relaciones sexuales antes del matrimonio son llamadas, en el lenguaje de la Iglesia, concubinato. Y la consciencia de esas relaciones genera, en el otro cónyuge, suficientes motivos para pensar que su unión con ése (o ésa) que cometió tal pecado no será plena, ya que la pureza e integridad de su personalidad fueron afectadas con tales experiencias eróticas previas.
(Traducido de: Vasile Răducă, Ghidul creştinului ortodox, Editura Humanitas, p. 156)