Las virtudes que colaboran con la oración
Humillarse a sí mismo ayuda mucho a la oración, insiste San Isaac el Sirio, cuando dice: “las lágrimas al orar son una señal de la misericordia de Dios”.
La caridad es un importante auxilio para la oración. Dice San Juan Climaco: “la caridad es el ala de la oración”. Asimismo, de gran ayuda para la oración son la serenidad y la templanza, como bien resaltan aquellas palabras: “De la semilla del esfuerzo del ayuno germina la espiga de la sabiduría entera, y la serenidad es la cima de la perfección de quienes oran”.
Y: “quien haya alcanzado la belleza de la oración, podrá escapar de la multitud cual asno salvaje”. A la oración también la ayuda la humildad, porque, como dicen los Santos Padres, “quien no se considere a sí mismo un pecador, verá cómo su oración es rechazada por Dios” (San Isaac el Sirio).
Ciertamente, humillarse a sí mismo ayuda mucho a la oración, insiste San Isaac, cuando dice: “las lágrimas al orar son una señal de la misericordia de Dios” (Filocalia, vol. X). Hay más virtudes que ayudan a la oración, pero estas que he descrito aquí son las más importantes.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 95)