Leyendo a los Santos Padres de la Iglesia
Cuando leemos lo escrito por los Santos Padres, nos damos cuenta de nuestros yerros en el cumplimiento de lo que nos ha sido preceptuado hacer.
Gracias a Dios, porque podemos encontrar consuelo en los libros de los Padres, aunque notemos que nos cuesta avanzar en el trabajo espiritual y lo difícil que resulta estar siempre atentos a nuestros pensamientos y actos. De cualquier manera, es bueno que, al leer lo escrito por los Santos Padres, nos demos cuenta de los yerros que cometemos en el cumplimiento de lo que nos ha sido preceptuado hacer, porque, si con humildad reconocemos nuestra propia debilidad, Dios nos ayuda. En tu caso, me parece que quieres cumplir al pie de la letra con todo. Si lo lograras, sentirías un enorme consuelo, pero también podría suceder que empezaras a sentir que tu vida no es necesariamente agradable a Dios, ensombreciendo las buenas obras que practiques.
Así, y por falta de experiencia espiritual, podría pasar que el maligno consiga hacerte caer su trampa —porque su guerra en contra nuestra no termina nunca— empujándote, si no a cometer pecados, a envanecerte por el bien que has hecho. El amor por Dios se demuestra cumpliendo Sus santos mandamientos, pero también hay otro mandamiento que nos dice, “Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: Somos servidores que no hacíamos falta, hemos hecho lo que era nuestro deber ” (Lucas 17, 10). Estamos hablando de la humildad., “Porque así como la sal es necesaria para todo alimento, así también la humildad es necesaria para cualquier virtud”, dice San Isaac. De igual manera, el Santo anciano Doroteo asemeja el cumplimiento de las buenas obras, con la construcción de una casa: “Si toda piedra debe ser reforzada con cal, también toda virtud debe ser reforzada, entonces, con la humildad.”
(Traducido de: Sfântul Macarie de la Optina, Sfaturi pentru mireni, Editura Sophia, București, 2006, p. 15)