Libertad no significa decir “¡Hago lo que quiero!”
Hablemos con nuestros hijos; evitemos mostrarnos asombrados o asustados cuando hagan algo malo y, en los problemas secundarios, dejémoslos que actúen solos, de acuerdo a su propia voluntad.
Libertad no significa “¡Hago lo que quiero!”, sino “Hago lo que quiero, de acuerdo a los límites establecidos”. Hablemos con nuestros hijos; evitemos mostrarnos asombrados o asustados cuando hagan algo malo y, en los problemas secundarios, dejémoslos que actúen solos, de acuerdo a su propia voluntad. Si uno de nuestros hijos quiere ir a alguna fiesta, digámosle, “¡Ora y haz como Dios te ilumine!”, agregando, “Yo no voy a detenerte, si vas a esa fiesta después de haber orado”. Así, desarrollamos en ellos la responsabilidad en su relación con Cristo y les enseñamos a pedirle a Dios por todas sus actuaciones.
La libertad juega un rol muy grande en la educación de los hijos. Pidámosle a Dios que nos dé inspiración, aliento. Dios ilumina a todas las personas, sobre todo a las mamás, dándoles inspiración. Sólo así podemos procrear a nuestros hijos, educarlos.
(Traducido de: Hierotheos Vlachos, Mitropolit de Nafpaktos și Sfântul Vlasie, Cunosc un om în Hristos: Părintele Sofronie de la Essex, traducere din limba greacă de Preot Șerban Tica, Editura Sophia, București, 2011, p. 331)