Palabras de espiritualidad

Lo que hace débil o fuerte al alma del hombre

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Las almas que han conocido un sinnúmero de tentaciones y están acostumbradas al sufrimiento y al dolor enfrentan con facilidad y decisión cualquier infortunio que venga sobre ellas.

Los árboles crecidos en sitios poco soleados y a salvo de vientos fuertes pueden llegar a parecernos imponentes; sin embargo, son débiles y sensibles, incapaces de resistir la furia de las tormentas. Al contrario, los árboles que crecen en la cima de las montañas, a pesar de vivir sometidos a toda clase de fenómenos naturales, como borrascas y ventiscas, son fuertes como el hierro. Lo mismo pasa con el cuerpo: cuando le consentimos distintos placeres, como exquisitas y abundantes comidas, ropa fina, caros perfumes y delicados baños, se vuelve frágil, inútil para los esfuerzos espirituales más exigentes.

También ocurre lo mismo con las almas que viven entre comodidades, sin conocer la aflicción y el sufrimiento, y que se contentan con los deleites del mundo, buscando con ahínco la felicidad de lo terrenal. Son almas que se vuelven enfermizas, frágiles, blandas como la cera. Al contrario, las almas que sufren y se desviven por Dios y por Su Reino, se convierten en algo más fuerte que el acero. Ese sufrimiento continuo les concede una resistencia y una valentía extraordinarias, además de colmarlas de paciencia y esperanza. Tal como al que se sube por primera vez a un barco lo comprenden el temor, la agitación e incluso el mareo, en tanto que quienes han viajado muchas veces y han atravesado tormentas y tribulaciones saben guardar la calma y son valientes cuando navegan, también las almas que no se han visto sometidas a las pruebas tiemblan y se asustan ante cualquier atisbo de dolor. Por el contrario, las almas que han conocido un sinnúmero de tentaciones y están acostumbradas al sufrimiento y al dolor enfrentan con facilidad y decisión cualquier infortunio que venga sobre ellas.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 29)