Palabras de espiritualidad

Lo que sucede en nuestro organismo cuando practicamos el amor al prójimo

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Se ha demostrado que el hecho de pensar en el bien de alguna persona con quien tenemos una buena relación fortalece nuestro sistema inmunológico. Los actos de altruismo influyen positivamente en el respeto de sí mismo, el optimismo que demostramos y el sentimiento de satisfacción ante nuestra propia persona. 

Suprimiendo la actividad de las zonas asociadas con la sensación de estrés, el “cerebro tranquilo” experimenta estados interiores positivos. Así, en el córtex de las personas que ofrecen un auxilio material o emocional (a otras), se activan los mismos centros que responden al placer provocado por la dopamina y la oxitocina. La primera es un neurotransmisor del estado de motivación, satisfacción y recompensa, y la oxitocina, llamada también la “hormona del abrazo”, crea y fortalece, por su parte, vínculos afectivos. 

Específicamente, con la ayuda de modernos aparatos de resonancia magnética, los especialistas observaron que el núcleo caudal y el núcleo accumbens se activaron cuando los participantes en dicho estudio fueron simples testigos de la donación de algo de su propio dinero a personas necesitadas; sin embargo, cuando eran ellos mismos los que daban ese dinero, esas zonas se volvían extremadamente activas, creando un intenso estado de satisfacción.

Y aún más interesante es el hecho de que, cuando las personas generosas decidieron dar algo a los demás, se activó el sistema de recompensa del cerebro, vinculado a la dopamina, mucho más que cuando ellas mismas recibieron algo de dinero [1]. Incluso el simple recuerdo de los actos de generosidad tiene efectos casi equivalentes a la realización de estos, según constató un equipo de investigadores estadounidenses y japoneses. Ciertamente, se pudo comprobar que los individuos que daban algo a otros eran mucho más felices al rememorar las buenas acciones realizadas una semana antes. O, como concluyeron los mismos especialistas: “Al hacerle un bien a alguien, recibes una recompensa múltiple, como al pensar en ello, en el futuro”

La actitud benevolente, altruista y compasiva, junto con la activación del sistema de recompensas del cerebro, estimula la producción y la infusión de oxitocina en los hemisferios cerebrales, lo cual se traduce en sentimientos positivos como el amor, el agradecimiento y la confianza en uno mismo [2]

Basándose en el escaneo del cerebro en momentos de generosidad, los científicos han identificado y hablan de un “cálido resplandor”, difuso en todo el córtex, consecuencia de los sentimientos positivos experimentados en momentos de abnegación y bondad. Esto constituye, por una parte, una retribución por la buena acción realizada y, por otra, motiva en nosotros la práctica de más actos de generosidad [3]

En un lenguaje mucho más accesible para el lector común, Gary Chapman, en su obra titulada El amor como forma de vida, describe así los efectos benéficos del amor al prójimo, manifestado en actos de caridad o bondad: “cuando hacemos el bien a los demás, el organismo emana endorfinas, que son unas sustancias naturales con potencial calmante; después de realizar una buena acción, experimentamos un sentimiento de euforia, seguido de una sensación de relajamiento. El hecho de ser protector con los demás puede reducir los efectos negativos de las enfermedades y los desórdenes psíquicos a nivel del organismo; se ha demostrado que, después de realizar una buena acción, nos libramos de nuestros estados depresivos, así como de los sentimientos de agresivdad y aislamiento. Así, nuestros problemas de salud causados por el estrés tienden a desaparecer. Después de hacer el bien a alguien, los efectos benéficos sobre la salud de nuestro organismo y el estado de relajamiento que nos envuelve persisten durante horas e incluso días enteros, recordando la acción respectiva. Efectivamente, se ha demostrado que el hecho de pensar en el bien de alguna persona con quien tenemos una buena relación fortalece nuestro sistema inmunológico. Los actos de altruismo influyen positivamente en el respeto de sí mismo, el optimismo que demostramos y el sentimiento de satisfacción ante nuestra propia persona” [4]

Asimismo, paradójicamente, el simple hecho de pensar en un billete o en algo de dinero, altera el estado de bien psíquico, incluso en las personas más ricas, quienes no tendrían por qué sentir ansiedad por causa de la pobreza. El recuerdo de una buena acción realizada con generosidad y altruismo, nos da un sentimiento de solidaridad y comunión, de amor y sacrificio, motivándonos y exhortándonos a otros gestos semejantes, pero aún más elevados y abundantes. O, como establecieron los científicos, ¡cuando hacemos una buena acción a favor de nuestro prójimo, nuestro estado de realización crece en un 44%!

[1] Caroline WEBB, Cum să ai o zi bună [Cómo tener un buen día], traducere din engleză de Iulia Bertea, Editura Publica, Bucarest, 2016, p. 416.

[2] Dr. Med. Julia FISCHER, Medicina sentimentelor. Ce se află cu adevărat în spatele emoțiilor noastre [La medicina de los sentimientos. Qué ocultan realmente nuestras emociones], traducere din germane de Paul Slayer Grigoriu, Editura Publica, Bucarest, 2021, p. 310.

[3] Dr. Paul DOLAN, Rețeta fericirii. Schimbă cee ace faci, nu felul în care gândești [La receta de la felicidad. Transforma lo que haces, no tu forma de pensar], prefață de dr. Daniel Kahneman, traducere din limba greacă de Cora Radulian, Editura Litera, Bucarest, 2016, p. 251.

[4] Gary CHAPMAN, Iubirea ca mod de viață. Șapte trăsături de caracter ce vă vor îmbogăți relațiile cu cei din jur [El amor como forma de vida. Siete rasgos de carácter que enriquecen nuestra relación con los demás], traducere din limba engleză de Daniela-Georgiana Arșinel, Editura Curtea Veche, Bucarest, 2010, pp. 61-62.