Lo que tenemos que hacer es buscar la vida en Cristo
Lo que nosotros buscamos no se limita a algo puramente cotidiano; se trata de estar con Dios y atesorar en nuestro interior la vida en toda su plenitud, tanto cósmica como divina.
Amados hermanos y hermanas: abramos nuestros corazones, para que el Espíritu Santo grabe en ellos la imagen de Cristo. Entonces, poco a poco seremos capaces de portar en nuestro interior la alegría y el dolor, la muerte y la resurrección.
Este mundo no conoce nada más excelso que la denominación de “cristiano”. Pero, mientras más elevado sea el propósito, más trabajoso será el camino hacia él.
Veamos la sublime escena que Dios nos presenta con la creación del cosmos, en la creación del hombre a Su imagen y semejanza. Lo que nosotros buscamos no se limita a algo puramente cotidiano; se trata de estar con Dios y atesorar en nuestro interior la vida en toda su plenitud, tanto cósmica como divina.
Lo que tenemos que hacer es reunir en nuestra visión espiritual el ser cósmico y el Ser Divino, lo creado y lo no-creado.
“Al principio existía la Palabra”. Sin Él no existe nada de lo que hay. Día tras día nos enfrentamos con la dolorosa experiencia de la vida terrenal. Y, con todo, fuimos forjados a imagen de Cristo, del Absoluto. El problema, el misterio de nuestra vida consiste en el paso de lo relativo a lo Absoluto. Si el ser fue creado por Dios, no tiene que morir. Dios hizo la vida, no la muerte. Nuestro propósito, entonces, es la vida con Cristo-Dios, la inmortalidad, la eternidad.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Din viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, pp. 13-14)