Los consejos de un anciano monje para la vida del cristiano
Solo tienes que ir y ser compasivo con todos, porque nuestra misericordia nos acerca a Dios.
Atanasio, Arzobispo de Alejandría, de feliz memoria, le pidió al abbá Pamvo que saliera de su celda en el desierto y viniera a visitarle. Obedeciendo, el anciano Pamvo se puso de camino a Alejandría. En un momento dado, vio a una mujer de vida licenciosa, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Al verlo llorar, unas personas se le acercaron y le preguntaron la razón de su tristeza. Entonces, él les dijo:
—Dos cosas me hacen no poder contener las lágrimas: una, la perdición de esa mujer, y la segunda, que ni yo mismo me esfuerzo tanto en hacerme agradable a Dios, como lo hace ella con tal de hacerse agradable para los infames que se le acercan.
Un día, el abbá Teodoro le pidió al abbá Pamvo que le dijera algunas palabras de provecho espiritual. Haciendo un gran esfuerzo, el anciano Pamvo le dijo:
—Teodoro, solo tienes que ir y ser compasivo con todos, porque nuestra misericordia nos acerca a Dios.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a, revizuită, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 207-208)