Los hermosos frutos de la humildad
En esto consiste la perfección: en elogiar más a nuestro prójimo que a nosotros mismos.
Dijo el abbá Jacobo: «Fui a visitar al abbá Matoi, y, al despedirme, le dije que quería ver a los demás hermanos que vivían en las celdas. Y él me respondió: “Saluda humildemente de mi parte al abbá Juan”. Así las cosas, cuando fui a ver al abbá Juan, le di el mensaje del abbá Matoi. Y el anciano Juan me dijo: “El abbá Matoi es un israelita de verdad, en el cual no hay engaño” (Juan 1, 47). Un año después, fui a ver nuevamente al abbá Matoi y le transmití el saludo del abbá Juan. Y dijo el anciano: “No soy digno de las palabras del padre Juan. Pero tienes que saber esto: cuando escuches a un anciano elogiar a alguien más que a sí mismo, es que ha alcanzado un nivel muy alto. Porque en esto consiste la perfección: en elogiar más a nuestro prójimo que a nosotros mismos».
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 155-156