Los pensamientos que agitan nuestra mente
Cuando nos embisten y nosotros los repelemos, esos pensamientos multiplican la recompensa de Dios para con nosotros.
Ya que muchos son abrumados y perturbados por los malos pensamientos, especialmente por los pensamientos blasfemos que el demonio les induce, es importante que sepamos reconocerlos cuando nos acechen, para poder distinguir lo que nos lleva al pecado. Asimismo, es necesario aprender a sanarnos de ellos y expulsarlos. Y es que la turbación que nos traen los pensamientos puede ser de tres formas: para la impureza, para la incredulidad y para la difamación.
En estos tres casos, el remedio es el mismo: primero, debemos saber que tener malos pensamientos no constituye un pecado cuando la mente y la voluntad del hombre no se les unen, especialmente cuando los odian y los rechazan. Pero, cuando con esos pensamientos endulzan la mente y la voluntad del hombre, que de buen grado los retienen en el corazón, son ya pecados mortales. Si los odiamos y los rechazamos, aunque ataquen sin piedad nuestra mente, podemos estar seguros de que no tienen la participación de nuestra voluntad y no es necesario que nuestra mente se agite. Porque, cuando nos embisten y nosotros los repelemos, esos pensamientos multiplican la recompensa de Dios para con nosotros.
¡Gloria a nuestro Dios, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos! Amén.
(Traducido de: IPS Pimen, Arhiepiscop al Sucevei și Rădăuților, Din cuvintele duhovnicești ale Sfinților Părinți, Editura Arhiepiscopiei Sucevei și Rădăuților, Suceava, 2003, p. 239)