Los santos escuchan nuestras oraciones
No podía permitirme pagar una mensualidad; por eso, Santa Parascheva me mostró el camino a seguir, haciendo posible la alegría de aquel logro.
Tengo una amiga muy querida, maestra. En 2011 eligió dirigir un grupo del primer año de educación infantil, pero sólo obtuvo disgustos e insatisfacciones. Volvía a casa muy cansada y molesta con los pequeñitos a su cargo, porque eran muy inquietos y traviesos.
Un día, me dirigí a la Catedral Metropolitana y le pedí a San Parascheva (Paraskeva) que ayudara a mi amiga a apaciguar y formar a sus parvulitos, para que pudieran obedecerla y respetarla. Algunas horas después, mi amiga me llamó. Estaba exultante porque todos los pequeños habían permanecido en paz durante el programa de aquel día. El comportamiento de la clase entera se había transformado increíblemente. Desde entonces, la conducta de los pequeñitos no volvió a ser la misma.
En lo que respecta a mí, siempre quise estudiar un doctorado, pero eso hubiera significado renunciar a seguir trabajando. Me sentía frustrada. Con todo, al comenzar el verano, le pedí a Santa Parascheva que me ayudara a pasar los exámenes. En apenas cuatro meses me sometí a ocho exámenes, aprobándolos, siempre gracias a la ayuda de Santa Parascheva.
Para el doctorado habían estipulados sólo 15 puestos subvencionados por el Estado. Yo fui inscrita con el número 16, es decir que inevitablemente tendría que pagar una tarifa mensual. Preocupada, le pedí a la santa que me mostrara el camino que debía seguir. Cuando llegué a casa, recibí un mensaje en el que me anunciaban que se había decidido otorgar una beca más.
No podía permitirme pagar una mensualidad; por eso, Santa Parascheva me mostró el camino a seguir, haciendo posible la alegría de aquel logro.
Elena, profesora
(Traducido de: Binefacerile Sfintei Cuvioase Parascheva. Mărturii ale închinătorilor, volumul II, Editura Doxologia, 2014, pp. 48-49)