Palabras de espiritualidad

¡Mantengámonos firmes e impasibles, como sólidas columnas!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si caemos en pecado, digamos: “¡Señor mío, escucha mi clamor, te lo suplico! ¡Acepta el llanto de mi corazón!”, plenamente conscientes de que el Señor está presente y nos escucha (Salmos 15, 8)

Seamos siempre almas valientes y hermosas, sin rastros de amargura y lamentación. Y si caemos en pecado, digamos: “¡Señor mío, escucha mi clamor, te lo suplico! ¡Acepta el llanto de mi corazón!”, plenamente conscientes de que el Señor está presente y nos escucha (Salmos 15, 8), e inmediatamente vendrá sobre nosotros el rocío celestial y santificador.

¡Nunca perdamos la alegría y el entusiasmo! Y si nos toca enfrentar alguna adversidad, por ínfima que sea, imitemos al Señor frente a Lázaro, cuando este ya tenía varios días de haber muerto. Por supuesto que Lázaro era Su amigo, pero en su persona el Señor veía la caída de toda la humanidad, de todo el género humano, al cual deseaba alzar. ¿Podía evitar llorar? Estaba a punto de soltar el llanto, pero no lo hizo, sino que “suspiró” (Juan 11, 33), Se contuvo. Así es como tenemos que actuar nosotros, en todo momento. Ya puede derrumbarse el mundo y caerse el cielo, que nosotros tenemos que mantenernos impasibles. Incluso en el momento en el que suenen los clarines celestiales y desciendan los ángeles, y los muertos resuciten, tenemos que mantenernos firmes y presentarle a Dios, junto con todo lo creado, nuestra inmensa gratitud.

(Traducido de: Arhimadrit Emilianos Simonopetritul, Sfântul Isihie, cuvânt despre trezvie, Editura Sf. Nectarie, p.444-445)