Es muy importante para el cristiano asumir la determinación de abandonarse en manos de Dios. Decir con su mente: “¡Señor, quiero que Tú me guíes!”. Debe decir estas palabras con sinceridad, firmeza y seriedad: “¡Quiero que me guíes! ¡Creo que lo harás, creo que puedes y que quieres hacerlo! ¡Señor, me pongo en Tus santas manos!”. ¡Pero con decisión! Claro está, hay muchos que lo dicen con la boca, pero en sus almas les parece difícil hacerse humildes y echarse a andar. Como dije, es algo muy importante, pero difícil de realizar. Por eso es que muchos lo van postergando una y otra vez… He observado que, muchas personas, habiéndose decidido no solo con sus palabras, sino también con la acción de su alma, haciendo un esfuerzo concreto, poco a poco pierden ese impulso y prefieren regresar cómodamente a lo que eran antes.

(Traducido de: Arhim. Simeon Kraiopoulos, Adame, unde eşti?, Editura Bizantină, p. 209)