Para poder orar de forma eficiente, tenemos que realizar una cierta preparación espiritual. Ciertamente, es importante ser conscientes de que, al orar, nos presentamos en audiencia ante Dios. Refiriéndose a esto, dice San Juan Climaco: “Cuando vayas a presentarte ante el Señor, que el tejido de tu alma esté confeccionado con los hilos, o, mejor dicho, con las cadenas del olvido del mal sufrido”. Con relación a esto, nuestro Señor Jesucristo nos da un consejo muy útil para el momento en el que vayamos a la iglesia con alguna ofrenda para la Divina Liturgia. “Por tanto, si al llevar tu ofrenda al altar te recuerdas allí que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete antes a reconciliarte con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. La aceptación de nuestras plegarias depende de nuestro vínculo positivo con los demás, porque el Señor continúa: “Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre Celestial les perdone a ustedes sus ofensas. Porque si ustedes no perdonan, tampoco su Padre Celestial perdonará sus ofensas”.

(Traducido de: Andrei Andreicuţ, Morala Împărăţiei. Întemeiată pe Sfânta Scriptură şi Sfinţii Părinţi, Editura Renaşterea, Alba Iulia, 2003, p. 32)