Palabras de espiritualidad

Niños ocupados todo el tiempo, esa tendencia actual

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La crianza de nuestros hijos debería ocupar el primer lugar de nuestras prioridades, más que nuestra propia carrera, el dinero que podamos ganar o cualquier otra aspiración egoísta.

Una característica de los padres de nuestros días consiste en un apremiante deseo de ofrecerles a sus hijos las mejores oportunidades educativas, inscribiéndolos de muy pequeños en toda clase de programas o cursos para las horas que les quedan después de la escuela. Este comportamiento, en apariencia bien intencionado, resulta más bien destructivo para la salud psicológica de los infantes. Los niños se convierten en hijos ocupados de unos padres ocupados, y la comunicación y la armonía familiar se deterioran irremediablemente. Viéndose rodeados todo el tiempo de otros niños, llegarán a aferrarse únicamente a sus compañeritos. Poco a poco, la aprobación y la atención del grupo se harán más importantes que las de los padres, e inevitablemente empezarán a aparecer los primeros problemas de comportamiento. Esto puede evitarse con la simple presencia de uno de los padres, quien amorosamente puede implicarse de forma activa en la orientación y disciplina de sus hijos, dedicándoles todo el tiempo que le sea posible.

Cuando nos convertimos en padres, en nuestra vida surgen nuevas y serias responsabilidades, otras prioridades. Sin embargo, la crianza de nuestros hijos debería ocupar el primer lugar de nuestras prioridades, más que nuestra propia carrera, el dinero que podamos ganar o cualquier otra aspiración egoísta. Si trabajamos menos, tendremos menos dinero, sí, pero ganaremos más tiempo para dedicárselo a nuestros seres queridos... ¿y acaso ese tiempo no es mas valioso que cualquier juguete caro, que cualquier ropa de marca o alimentos selectos, para los cuales, paradójicamente, trabajamos duramente con tal de ofrecérselos a nuestros hijos? ¡Y aprenderemos a gozarnos de nuestros hijos, a estar juntos y a compartir cada vez más! Compartamos con ellos los placeres más simples y naturales, como escribir, leer, salir a pasear, coser algo, conversar o preparar algo de comida juntos, en vez de, por ejemplo, sentarnos como autómatas a ver la televisión.

(Traducido de: Psiholog Irina Constantinescu, Familia ortodoxă, Părinți buni pentru copii minunați, nr. 10, nov. 2009, p.12)