«Me cuentas que en el monasterio se te asignó como tarea administrar la correspondencia, y que por tal razón has venido descuidando tu oración, aunque tu deseo más profundo es orar sin cesar y mantener tu mente dirigida al Señor. ¿No te parece que has estado apuntando demasiado alto?  Hay un proverbio: “No busques volar muy alto, no sea que rompas tus alas”. Recuerdo haberte dicho antes que, una vez adquieras alguna ocupación, más claros serán tus pensamientos. De hecho, dices que estás de acuerdo con esas palabras, pero después pareces contradecirte, cuando aseguras que necesitas volver a la soledad y la tranquilidad de tu celda. ¿Acaso se te ha olvidado la cantidad de tentaciones que tuviste que enfrentar en la soledad, estando en la ermita?» (San Ambrosio de Óptina)

(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 16)