No hay nadie más infeliz que el hombre que se aleja de Dios
Las personas que están lejos de Dios son las más infelices del mundo, tanto en esta vida como en la vida futura, que es eterna.
Es bueno que el Señor nos permita enfrentar pruebas, porque, de lo contrario, tendríamos un gran cúmulo de pasiones ocultas e insensatas pretensiones en el Día del Juicio. Porque si Dios ignorara esto y nos llevara al Paraíso tal como somos, también allí crearíamos problemas. Por eso es que Él permite que enfrentemos las tentaciones en esta vida, para limpiarnos del polvo y purificar nuestra alma con el llanto y los suspiros, de manera que nos veamos obligados a acudir a Dios para obtener la salvación.
Las personas que están lejos de Dios son las más infelices del mundo, tanto en esta vida como en la vida futura, que es eterna. Pero aún más infelices que estas personas son los demonios, quienes se apartaron de Dios desde hace miles de años y siguen apartándose de Él con su orgullo y su maldad, que los hace permanecer incontritos.
Por su parte, los más felices de todos los hombres son aquellos que han demostrado una gran contrición, con dolor y compunción interior. Con esto han aplastado al enemigo, que es un soberbio, y también han humillado su propio cuerpo —antes sumido en el desorden—, por medio de la ascesis, sometiéndolo al espíritu. Todo esto es causa de gran alegría en el Cielo, porque el arrepentimiento de esas personas demuestra que han vuelto a Dios.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Epistole, Editura Evanghelismos, pp. 137-138)