No hay un sólo pensamiento que podamos ocultarle a Dios
Una enorme lucha debemos librar con el espíritu del desenfreno. Se trata de una lucha doble: con el alma y con el cuerpo.
Una enorme lucha debemos librar con el espíritu del desenfreno. Se trata de una lucha doble: con el alma y con el cuerpo. Por eso, es necesario que nos esforcemos con denuedo, lucidez y discernimiento, para cuidar nuestro corazón de esta clase de pensamientos. Pero, especialmente, en los santos servicios, cuando deseamos compartir las santificaciones, porque es entonces cuando más se afana el maligno en ensuciar nuestra mente.
Y cuando estos pensamientos nos entristezcan, volvamos al temor de Dios y recordemos que no hay nada que le podamos esconder a Él, incluso nuestros pensamientos más pequeños, de los cuales Dios es Juez e Indagador. Recordemos también nuestra promesa, manifestada antes los ángeles y los hombres, de permanecer en completa sabiduría y pureza. Y esto último no consta solamente en la vida exterior, sino en que el hombre secreto del corazón viva libre de pensamientos malignos. Esto es muy valorado y amado por Dios.
(Traducido de: Sfântul Nil Sorski, Cuvinte duhovniceşti, Editura Pelerinul român, Oradea, p. 163)