¡No nos permitamos perder estas dos virtudes!
Algunas veces, el demonio vendrá y te atacará por medio de las palabras que otros proferirán en tu contra; esto sucede porque hay quienes han dejado que la oscuridad venga a sus almas y los inunde.
Tienes que estar atento a ti mismo y no dejarte vencer por la confusión. Tienes que aprender a ver a todos los demás como mejores personas que tú. Cuando me convenzo a mí mismo de que todos mis semejantes son buenos, menos yo, el Espíritu Santo entra en mi corazón y da lugar a que la humildad se instale y crezca allí. Y, en la misma medida en que (el Espíritu) hace que la humildad crezca en mí, también crece el amor. Se trata de dos virtudes que no pueden separarse. Entonces, para no perder el amor a Dios y al prójimo, tienes que vigilarte, cuidarte.
Algunas veces, el demonio vendrá y te atacará por medio de las palabras que otros proferirán en tu contra; esto sucede porque hay quienes han dejado que la oscuridad venga a sus almas y los inunde. Por eso es que hablan desde esa oscuridad, no desde la luz. También por eso es que sus palabras son desagradables para quienes las escuchan. ¿Qué tienes que hacer en tales casos? Ser paciente, nada más. No tienes permitido juzgar a nadie. Al contrario, lo que tienes que hacer es compadecer a quienes te hablan así.
(Traducido de: Pr. Răzvan Andrei Ionescu, Părintele Proclu, așa cum l-am cunoscut, Editura Doxologia și Editura Apostolia, Iași, 2017, p. 29)