¡No olvides que también los ángeles oran contigo!
Algunas veces conseguirás concentrarte con más facilidad, algunas otras te costará más. Lo que debes hacer, pues, es perseverar en tu devoción.
Suele ocurrir, al orar, que tu mente comience a traerte viejos recuerdos, a atraer tu atención sobre alguna preocupación de la vida diaria o a recordarte la tristeza que alguien te provocó. Luego, controla tu mente para que no te asalte con sus problemas. Y no olvides ante Quién te encuentras.
Con todo, es normal que la mente desvíe su atención precisamente cuando comienzas a orar. Si la obligas a concentrarse, podrás finalmente orar. Porque la oración requiere de mucha atención. Insisto, esfuérzate en mantenerte lúcido y en ser perseverante.
Algunas veces conseguirás concentrarte con más facilidad, algunas otras te costará más. Lo que debes hacer, pues, es perseverar en tu devoción. Una vez consigas concentrarte, esmérate en mantener ese estado.
Debes saber que los ángeles nos llaman a orar y lo hacen junto a nosotros, orando gozosos por nuestras necesidades. Entonces, si no renunciamos a la indiferencia, aceptando los pensamientos que nos manda el maligno, terminaremos enojando a aquellos ángeles. Porque ellos se esfuerzan por nosotros, mas pareciera que a nosotros no nos interesa pedirle nada a Dios. Con esta actitud no sólo despreciamos el auxilio que ellos nos ofrecen, sino que también nos apartamos de su Señor y Dios, interesándonos más en “conversar” con el demonio y sus huestes de espíritus impuros.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, pp. 407-408)