Palabras de espiritualidad

No perdamos la esperanza de volver a ver a quienes ya no están con nosotros

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Sabiendo que el cuerpo se halla sometido a la corrupción, no debemos entristecernos, sino alegrarnos, porque lo que es temporal se destruye con la muerte, pero no la esencia del cuerpo.”

San Basilio el Grande, hablando de la unión que va más allá de la muerte, les dice a los pecadores: «Ante los ojos de todos serás juzgado por Cristo. Entonces aquellos con los que fuiste injusto te rodearán por todas partes y clamarán en contra tuya. Y tú, dirigiendo la mirada a tu alrededor, verás cómo surgen ante ti todas tus malas acciones: por un lado, los huérfanos, por el otro, las viudas (que depreciaste) y, en todas partes, los pobres que hiciste a un lado, los siervos que castigaste, los vecinos con los que discutiste».

San Juan Crisóstomo subraya dos consoladoras verdades para mitigar el dolor de quienes han perdido a sus seres queridos: «Sabiendo que el cuerpo se halla sometido a la corrupción, no debemos entristecernos, sino alegrarnos, porque lo que es temporal se destruye con la muerte, pero no la esencia del cuerpo.

Acuérdate de que esta boca (del difunto), ahora cerrada, hablará algún día mucho mejor, que estos ojos cerrados verán mucho mejor y mucho más, que estos pies un día subirán entre las nubes, que este cuerpo mortal se revestirá con la inmortalidad, y verás a los tuyos siendo aún más buenos y más luminosos. “¡No lloréis!”, dice el Señor, “el que ahora reposa no ha muerto, sino que duerme”. “No te entristezcas”, dice el Apóstol Pablo, “más bien cree y permanecerás para siempre con él'. Y más adelante agrega: “¡Pronto volverás a estar con tu familiar!”.

Y en otra parte dice: «No sólo reconoceremos a esos con quienes hemos vivido en el mundo, sino que veremos también a quienes nunca conocimos, porque ninguno de nosotros pudo conocer a Abraham, ni a Isaac, ni a los patriarcas, ni a los apóstoles, ni a los mártires. Así, viéndolos, exclamaremos: “¡Estos son Abraham, Isaac, Jacob y los demás patriarcas! ¡Estos son Pedro y Pablo y todos los apóstoles! ¡Este es David! ¡Este es San Juan el Bautista! ¡También están San Esteban, el primer mártir, y un gran número de santos!”».

(Traducido de: Părintele Mitrofan, Viața repauzaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, pp. 431-432)