Palabras de espiritualidad

No perder jamás la esperanza

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

¡Mi consejo fraternal es que no caigamos en la desesperanza, aún en las situaciones más desesperantes! El dolor espiritual es insoportable, pero es que es de este dolor que nace la fuerza de la oración.

El mundo conoce, desde los inicios del siglo XX, un largo período de conflictos y guerras, mayores y menores. En todas partes, el día de mañana parece algo incierto. Se sabe que el implacable frío mata cualquier forma de vida, al igual que el fuego. Pero las guerras tomaron esas dos características. Para desatar la guerra, los hombres luchan valiéndose del fuego, cuando esto es posible. Cuando se trata de algo más grage, utilizan el frío. Sin embargo, se trata del mismo odio exacerbado que ha terminado inmovilizando al amor. Mi propósito es orar por la paz, por la paz del mundo entero. Sé que el poder de la oración puede detener a los más viles, aunque no hasta el final. Pero, si la oración nacida del amor cesa, entonces ninguna cultura y ninguna ciencia podrán impedir que la guerra empiece.

No es correcto que el cristiano caiga en el pesimismo. Pero es que a veces el mismo optimismo se ve superado. La guerra del espíritu contra la muerte prosigue. Este es nuestro propósito de vida. Por experiencia, sabemos que la edificación del más insignificante refugio vital requiere de mucho heroísmo espiritual y denuedo. Y, si no nos desesperamos, la victoria es nuestra. Contamos con esta arma, el “arma invencible de la paz”. Que Dios nos conceda la fuerza espiritual para realizar con dignidad este acto de heroísmo, acto que es un privilegio tan extraño en la actualidad, en todas las situaciones: más importantes o menos importantes, familiares o a nivel mundial. No siempre tenemos la posibilidad de ver los resultados contabilizados en los límites de lo terrenal, pero sí que hay resultados. Precisamente por eso es que logramos “recargarnos” con una energía que no se agota, para poder orar, para practicar la oración mental, si el cuerpo se debilita.

¡Mi consejo fraternal es que no caigamos en la desesperanza, aún en las situaciones más desesperantes! El dolor espiritual es insoportable, pero es que es de este dolor que nace la fuerza de la oración. Los suspiros provenientes de lo más profundo de nosotros alcanzan las alturas de la eternidad. La resurrección es una realidad existencial. Lo más valioso que hay en el mundo es la personalidad humana. Si un átomo de hidrógeno vive eternamente, ¿cómo podría ser posible que la persona, este prodigio, este esplendor, muera? La vida es poderosa en el nivel invierior de la creación... y mucho más poderosa en los niveles superiores.

(Extraído del libro del Archimandrita Sofronio. Cartas a los amigos más cercanos)