¡No te lamentes tanto!
En vez de quejarte, alégrate en tu corazón, porque tienes una ocasión para hacerte humilde. Dios te está demostrando que no te ha olvidado, sino que se preocupa por tu crecimiento y progreso espiritual.
Aunque te resulte difícil, si tu semejante te pide ayuda con algo que no está a tu alcance, ¡esfuérzate en satisfacer su necesidad! No permitas que el demonio perturbe tu alma, susurrándote ideas como que todos los demás se aprovechan de ti; al contrario, haz lo posible por obtener un provecho de lo que te sucede, haciendo el bien a otro. Con esto guardarás la paz de Dios de tu alma. ¿Por qué? Porque habrás hecho paz en la morada de tu hermano. Confía en que Dios dispone todo, de manera que también tengas tiempo para resolver tus propias responsabilidades. Recuerda, además, que a veces Dios permite que los demás se comporten de forma injusta contigo, despreciándote.
En tales circunstancias, en vez de quejarte, alégrate en tu corazón, porque tienes una ocasión para hacerte humilde. Dios te está demostrando que no te ha olvidado, sino que se preocupa por tu crecimiento y progreso espiritual.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 44)