Palabras de espiritualidad

Nuestra pureza alegra también a la Madre del Señor

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Ella nos cubrirá siempre y nos librará de pasiones y pecados, de males y aflicciones, y nos unirá para siempre con Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para recibir el gozo divino, eterno e infinito, en Su Reino Celestial.

Esforcémonos, amados hijos míos en Cristo, en cultivar la pureza virginal, en atender el llamado divino, en cumplir este propósito de nuestra vida cristiana. Seamos puros, ¡pero no solamente en lo que se refiere a las pasiones exteriores! Una pureza semejante, como la que representa abstenerse forzosamente de la lujuria, es algo propio de los paganos y los herejes. Más bien luchemos por alcanzar una pureza interior, en nuestros sentidos y en nuestros pensamientos. Ese es el estado que espera de nosotros la Santísima Madre del Señor. Con esa pureza la llenarmos de alegría. Y ella, a su vez, nos alegrará con Sus misericordias, que son inefables, cumpliendo las palabras de Cristo: “Con la medida con que midáis seréis medidos. (Mateo 7, 2). Con dicha pureza nos hallaremos siempre bajo la Ptrotección de la Madre del Señor. Ella nos cubrirá siempre y nos librará de pasiones y pecados, de males y aflicciones, y nos unirá para siempre con Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para recibir el gozo divino, eterno e infinito, en Su Reino Celestial.

(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, București, 2007, p. 204)