Palabras de espiritualidad

Nuestro objetivo es adorar a Dios y amar a nuestros semejantes

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Aunque quisiera, no debo enojarme. Cuando nos enfadamos, es como si le dijéramos a Dios: “No estoy de acuerdo. No lo estás haciendo bien”. Y después aparece el desagradecimiento.

Nuestro objetivo en esta vida es adorar a Dios y amar a nuestros semejantes.

La felicidad consiste en cumplir con Sus mandamientos.

La más importante filantropía es hablar bien de los demás.

Aunque quisiera, no debo enojarme. Cuando nos enfadamos, es como si le dijéramos a Dios: “No estoy de acuerdo. No lo estás haciendo bien”. Y después aparece el desagradecimeitno.

Frente y dentro de la Belleza, la prédica es inútil, porque vendría sólo a perturbar la armonía.

Llamando el Nombre de Cristo, apuntamos hacia nuestro “yo”.

La candela de nuestra alma es esa que debe estar siempre encendida. Siempre.

Dando alegría a otros, empezamos a entenderla.

Es mejor orar con la boca, que no orar en absoluto.

Que Dios se cruce entre tú y tu propósito. No tu propósito entre tú y Dios.

La agonía de la muerte es la prueba que debe pasar el alma para liberarse y correr al llamado del Señor.

La correspondencia es la única forma de estar solo, pero al mismo tiempo junto a todos los demás.

“Milagro” es que las cosas caminen normalmente, así como lo quiere Dios. Lo que nosotros llamamos “milagro”, es lo normal para Dios.

 

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