No el pensamiento abstracto sobre Dios, sino el sentimiento incesante de unión con Él, constituye uno de los más importantes propósitos de nuestro esfuerzo. (…) Nuestra tarea consiste en estar atentos a nosotros mismos y no dejar que nadie nos sustraiga la mente a otras esferas, lejos de aquella esencia que nuestro Señor Jesucristo nos concedió del Padre.

(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Cuvântări duhovniceşti, vol I, Editura Accent print, p. 127)