Los pensamientos que nos vienen a la mente cuando oramos, nos demuestran la existencia de las pasiones que perviven en nuestro interior. Mientras más aparecen esos pensamientos, más nos dan a entender que dichos vicios tienen profundas raíces en nosotros. Entonces, para sanar esas iniquidades, es necesario hacer un gran esfuerzo y enfrentar mucho dolor.

En consecuencia, los pensamientos que experimentamos al orar nos ayudan a conocer nuestro estado espiritual y nuestras pasiones. Es como una película proyectada sobre una pantalla. Cuando hay un foco de luz detrás de la cinta, todo aparece con claridad en la pantalla. Si no hay una fuente de luz, no se proyectará nada.

(Traducido de: Mitropolit Hierotheos Vlachos, Cunosc un om în Hristos – Părintele Sofronie de la Essex, Ed. Sophia, Bucureşti, 2011, p. 224.)