Palabras de espiritualidad

Ofrezcámosle nuestros deseos al Señor

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

En en esto consiste vivir en compañía del Señor.

Nos identificamos con nuestros deseos enfermizos y esto nos hace infelices, indiferentemente de si alguno de esos deseos llega a realizarse o no. Cuando no se nos realiza, sufrimos pensando en todo lo que podríamos haber ganado si aquel anhelo se hubiera cumplido, en tanto que la realización de ese deseo lo hace desaparecer como energía espiritual y nos despertamos vacíos y hambrientos, buscando siempre otros deseos nuevos… ¿Por qué digo que esos deseos son enermizos? Porque están dirigidos hacia objetos, y ningún objeto —sea una cosa, o un ser, o una acción, o algún sentimiento, o incluso Dios, considerado como “objeto” de nuestro pensamiento— no puede llenar el vacío aparecido en el corazón del hombre después de apartarse de Dios. Dios nos otorgó esta capacidad de anhelar, para que lo deseáramos a Él como Persona. Y también nos otorgó Su presencia, para que participáramos de Su vida y de Él, como la Vida misma.

Luego, nosotros deseamos los dones, pero huimos de Aquel que los da, porque no nos resulta cómodo vivir ante un Sujeto, ni siquiera delante de nosotros como sujeto. Ni siquiera ante nuestra propia conciencia nos resulta fácil vivir, y elegimos el olvido, intentando ahogarnos en las sensaciones que nos ofrece la presencia de los objetos y la identificación con esas sensaciones.

Tomando un deseo y ofreciéndoselo a Él, ofrecemos también la vida encerrada en él, y así es como lo hacemos sanar, dirigiéndolo hacia Dios y no hacia un objeto. En en esto consiste vivir en compañía del Señor.

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Gânduri de încredinţare, Editura Doxologia, Iaşi, 2012)