Palabras de espiritualidad

¿Oramos sólo cuando nos tienta el maligno?

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Nuestras obras no nos salvan, sino la misericordia de Dios, pero tenemos que estar perennemente presentes. No es posible merecer tantos dones, sino nos mantenemos en un estado de humilde presencia.

¿Es que oramos sólo cuando nos tienta el maligno? ¡Oremos siempre, aún cuando no lo haga! Y si nos tienta y Dios se lo permite, es una ocasión adicional para no dejarnos dominar por él. Necesitamos un estado de presencia continua, porque la Gracia de Dios nos ayuda, y es imposible salvarnos sin esa Gracia. Es imposible salvarte —por mucho que te esfuerces y te sacrifiques—, solamnte con tus obras, sin la Gracia de Dios. Esto fue lo que le dijo Cristo a San Siluano el Athonita: “La mente en el infierno y la esperanza en Mí”. Es decir que no son tus obras las que te salvan. El mismo San Antonio el Grande repetía que no podría salvarse... ¡y quién era San Antonio! Las obras del hombre no lo salvan, sin la Gracia de Dios. Dice nuestro Señor: “Lo que es imposible para el hombre, para Dios es posible”. Le preguntó el Santo Apóstol Pedro: “¿Qué hacemos, Señor? ¿Quién podría salvarse?”. Luego, nuestras obras no nos salvan, sino la misericordia de Dios, pero tenemos que estar perennemente presentes. No es posible merecer tantos dones, sino nos mantenemos en un estado de humilde presencia.

(Traducido de: Arhim. Arsenie Papacioc, Cuvânt despre bucuria duhovnicească, Editura Eikon, p. 203)