Palabras de espiritualidad

Orar con todo el corazón

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si no nos es posible prestar atención a las palabras que pronunciamos, ¿por qué pedimos eso mismo a Dios? ¿Cómo podría Él recibirlas como expresión de nuestro amor?

Debemos poner todo el corazón en nuestros actos de glorificación, de gratitud hacia Dios, de amor. Este es, precisamente, el sentido del término caridad, una actividad que implique todo nuestro espíritu y todo nuestro corazón, una actividad que exprese lo que somos.

Me gustaría sugerir, ante todo, que busquemos qué palabras son aquellas que sentimos el impulso de ofrecer a Dios en la oración, ya sea que provengan de nosotros mismos o de otro. Preguntémonos también en qué medida esas palabras tocan nuestro corazón, hasta qué punto somos capaces de concentrar en ellas nuestro espíritu. Porque si no nos es posible prestar atención a las palabras que pronunciamos, ¿por qué pedimos eso mismo a Dios? ¿Cómo podría Él recibirlas como expresión de nuestro amor, si no las pronunciamos con todo nuestro corazón, si nos limitamos a poner en ellas sólo una cierta dosis de cortesía o distracción?

Si aprendemos a practicar una oración —escogida por nosotros mismos— en los momentos en que nos sea posible estar plenamente atentos a la presencia divina, y si ofrecemos a Dios esa oración, descubriremos que, poco a poco, el sentido de Dios crecerá en nosotros: sea cuando estemos con otros, hablando o escuchándolos, o cuando estemos solos y ocupados en nuestro trabajo, nos será perfectamente posible continuar orando.

(Traducido de: Antonie Mitropolit de Suroj, Şcoala Rugăciunii, Sfânta Mănăstire Polovragi, 1994, p. 37)



 

Leer otros artículos sobre el tema: