Orar a Dios para que nos libre de la tentación
Lo único que tenemos que pedir es no caer en la tentación, es decir, en el engaño.
El padre Sofronio conocía, por experiencia, quién es el demonio y cómo ataca con crueldad al hombre. Refiriéndose a los apetitos carnales, escribe: “Cuando el maligno nos embista, aprovechándose de nuestra naturaleza con el amor a la honra de los demás, con las cosas espirituales, pero a veces también con las del cuerpo, tenemos que postrarnos hasta el suelo e implorarle a Dios, como lo hiciera la piadosa María de Egipto, para que, por Su misericordia, nos conceda conocer el amor divino, en vez del amor a las cosas del cuerpo, el amor banal y humano, al que hemos renunciado por amor a Él. Sin embargo, no solamente en esos momentos tenemos que orar con esta intención, sino hasta el momento en el que desaparezca en nosotros cualquier deseo del amor carnal y la paz venga a morar en nuestra alma. Lo único que tenemos que pedir es no caer en la tentación, es decir, en el engaño”.
(Traducido de: Ierotheos Vlachos, Mitropolit de Nafpaktos și Sfântul Vlasie, Cunosc un om în Hristos: Părintele Sofronie de la Essex, traducere din limba greacă de pr. Șerban Tica, Editura Sophia, București; Editura Cartea Ortodoxă, Alexandria, 2011, p. 162)